Por Tomás Hermán.
Foto: Esther Lin/Showtime.
Si alguien creía que no podía ocurrir estaba muy equivocado. Sí. Han vuelto a saquear a Campillo. Increíble pero cierto. Parece que este boxeador no va a poder recuperar su corona por decisiones arbitrales. La pasada noche le dio un correctivo de primera al invicto campeón Tavoris Cloud y... los jueces vieron un combate completamente distinto al del público. Le adjudicaron el combate al campeón por Decisión Dividida, e incluso un ¿juez? le dio vencedor por 6 puntos. Pero, por favor... ¿hasta donde hemos llegado?
El boxeo se muere por momentos. La semana pasada el altercado lamentable en Argentina con el combate entre el argentino Luis Lazarte y el filipino Johnriel Casimero. El filipino, que ganó por nócaut, tuvo que salir escoltado del ring, pero no escapó de los golpes que le propinó el público. Su entrenador también recibió medicina. Un espectáculo lamentable donde las sillas volaban hacia el ring y las botellas llenas impactaban en los visitantes. El púgil, pateado en el suelo. No tiene bastante el filipino con ganar por ko, que además tiene que realizar un curso de supervivencia urbana para salvar el pellejo.
Ayer, un rufián como Dereck Chisora, abofeteó al mayor de los Klitschko en el pesaje, escupió agua en la cara de su hermano Wladimir en el ring, y montó otra bronca a golpes con David Haye en la conferencia tras el campeonato del mundo realizado con Vitaly. Por supuesto, perdió la contienda, el respeto y también la fanaticada que pudiera tener.
Este problema generalizado está en boca de todo el mundo. Pero sobre todo en los detractores del boxeo y personas que desconocen este deporte. Lástima que estas noticias sean las que engrosen los titulares. La gente empieza a considerar este deporte como una total injusticia por las decisiones y un cúmulo de violencia por los altercados. ¿Los perdedores? Todos aquellos que amamos este Noble Arte. Un ejemplo a seguir: el de los hermanos Klitschko, que no se dejaron llevar por los malos modos de Chisora y su palpable falta de respeto por el pugilismo y por las personas.
En definitiva, nos acercamos al ocaso del boxeo. ¿Quién es el campeón del mundo? ¿Cuantos hay? ¿Se merecen su cinturón? ¿Con quién han boxeado? ¿Por qué no se pactan los combates más deseados? Todo se está enmarañando. Todo se está enturbiando... Aunque siempre nos quedará el campeón que a ojos de la entendida afición sea el mejor. Quien gane verdaderamente tras un combate y una decisión arbitral. Siempre nos quedará el Campeón de la Gente.
Suerte Campillo, eres un auténtico Campeón.